La situación energética de la Argentina, se ha venido deteriorando en las últimas décadas, al punto tal de que se ha perdido la capacidad de autoabastecimiento. La Argentina cuenta con una matriz basada en un 85% en combustibles fósiles, dentro de los cuales, el 55% corresponde a gas natural.
La crisis del sector energético en nuestro país está directamente vinculada con la producción y consumo de gas natural. Esto ha llevado a la situación de importación de este combustible (gas licuado) por barco, el cual es regasificado a través de buques especialmente contratados. Pero también ha derivado en la importación de otros combustibles para sustituirlo parcialmente.
El gas, ha sido una sólida base para el desarrollo energético nacional, siendo clave para varios sectores como la generación de energía eléctrica, el residencial, industrial, el transporte. El problema central en el cual ha incurrido la Argentina, ha sido la caída de las reservas de gas natural, acompañado por un aumento previsible en la demanda. Por otro lado, el consumo de energía eléctrica también viene creciendo a un ritmo acelerado y de continuar esta tendencia debería prácticamente duplicarse el sistema eléctrico actual hacia el 2030 y hacer inversiones en infraestructura del orden de los MMU$S 67.000, todo lo cual parece materialmente inviable.
El futuro, entonces, se vislumbra progresivamente complicado. Con inversiones crecientes, costos de los combustibles en alza e infraestructura limitada. Ante esta encrucijada la Argentina debe promover alternativas energéticas considerando sus costos económicos y sus impactos ambientales.
Existen tres caminos que no son mutuamente excluyentes:
- La reducción y la eficiencia en el consumo (actuar del lado de la demanda desarrollada en esta publicación)
- Promover un reemplazo gradual de combustibles por otras fuentes de energía
- Incrementar la producción a través de mayor inversión en exploración y explotación, así como el desarrollo de nuevas líneas como biogás.
Es preciso cambiar la mirada energética argentina promoviendo la creación de instituciones que desarrollen capacidades técnicas y de gestión en los ámbitos del uso racional de la energía y las energías renovables, dotandolas de los recursos humanos y económicos para que consoliden su participación en el sistema energético nacional. Mientras esto no se haga, seguiremos transitando la profecía autocumplida de los combustibles fósiles, la energía nuclear y la hidroelectricidad como únicas soluciones a nuestra problemática energética.