La Argentina comenzó a delinear una política de eficiencia energética desde 2003, la cual fue profundizada hacia finales de 2007 con la creación del programa nacional de uso racional y eficiente de la energía (decreto 140/2007).
Uno de los avances principales fue el recambio de lámparas incandescentes por lámparas de bajo consumo implementado por el Gobierno Nacional, el cual comprendió, aproximadamente, 26 millones de lámparas.
Otro logro significativo fue la puesta en vigencia de un sistema de etiquetado de eficiencia energética obligatorio de electrodomésticos que incluye, hasta la fecha, a las heladeras y congeladores domésticos, las lámparas eléctricas, los acondicionadores de aire domésticos y los lavarropas. También se establecieron estándares de eficiencia mínima en heladeras y congeladores, y acondicionadores de aire.
Además se prohibió desde finales de 2010 la comercialización de lámparas incandescentes en el país. En el corto plazo, estos estándares también se aplicarán a los lavarropas. Se espera que, paulatinamente, se vayan incorporando al régimen de etiquetado obligatorio otros productos de los cuales ya se dispone Norma IRAM como, motores eléctricos, balastos, envolvente de edificios, medición del consumo en stand-by, electrobombas, televisores y termotanques eléctricos.
En lo que respecta al alumbrado público, en el ámbito provincial y municipal, se está implementando un plan de reemplazo de las lámparas y/o luminarias de baja eficiencia por las de sodio de alta presión.
A su vez, en el sector público se implementaron algunas medidas en los edificios de la Administración Pública Nacional (APN), como la sustitución de las lámparas incandescentes por LFCs; la regulación de los acondicionadores de aire a 24 ºC, y tareas de limpieza con luz natural, entre otras. Además, se llevó adelante un inventario de las instalaciones eléctricas, de gas y sanitarias de estos edificios, y se designó administradores energéticos.
Asimismo, se realizaron acciones de difusión y capacitación en la temática de eficiencia energética durante las temporadas de verano con el objetivo de difundir buenas prácticas de consumo y uso de la energía, y de los recursos energéticos entre la población en general, especialmente orientada a los niños de 6 a 12 años y sus familias.